martes, 15 de junio de 2010

LENGUAJE Y PENSAMIENTO


LENGUAJE Y PENSAMIENTO


La primera definición de lenguaje que nos da el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española es: “Conjunto de sonidos articulados con que el hombre manifiesta lo que piensa o siente”. Sólo con leer esta definición vemos que entre el lenguaje y el pensamiento existe una importante relación.
El problema de las relaciones entre lenguaje y pensamiento existe desde la antigüedad clásica. De hecho, los seguidores de Aristóteles no distinguían entre lógica y gramática. Hoy en día, en las relaciones de estos términos, se nos ofrecen dos puntos de vistas distintos: uno teórico y otro empírico. En el aspecto teórico, una postura afirma que el lenguaje y el pensamiento constituyen una sola realidad, un proceso único. Otra, defiende que son dos realidades diferentes, de forma que el lenguaje viene a ser la materialización del pensamiento. El aspecto empírico se basa, en cambio, en los datos de la Psicología del desarrollo.
Sin un buen desarrollo de la competencia comunicativa de los estudiantes, no se logrará un buen ejercicio de la profesión, ya que no serán capaces de trasmitir los conocimientos adquiridos durante su formación.
El colectivo pedagógico es el encargado de crear en sus clases un clima satisfactorio que propicie el diálogo, el intercambio, sólo a través de un enfoque funcional comunicativo el estudiante podrá apropiarse de los conocimientos necesarios para su futura labor, a la vez que desarrollará las habilidades comunicativas necesarias para desempeñar la misma.
Para esto es necesario poner al educando ante situaciones nuevas, que le hagan mover su pensamiento, crear nuevos conceptos, generalizaciones, ampliar su vocabulario, prepararlo para usar el lenguaje de acuerdo con las exigencias de la ciencia y la técnica.
De esta forma el pensamiento del joven va conformándose a la vez que su vocabulario se perfecciona, se enriquece.
Pero si no somos capaces desde los primeros años de desarrollar en él una actitud diferente ante el idioma, hacerle conciencia de para qué le sirve y cómo hacer un uso eficiente del mismo, en cualquier situación comunicativa en la que se encuentre, nunca llegará a ser el profesional que se aspira formar. Una actitud pasiva ante los problemas del lenguaje no nos lleva al avance de la humanidad.
El docente no sólo debe preocuparse por lo que dice su estudiante al responder a una pregunta dada, sino cómo lo dice, cómo estructuró su discurso, qué recursos lingüísticos utilizó, si nos concentramos en el qué, no desarrollaremos el cómo.

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